sábado, 24 de octubre de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XLII)


Desde su mazmorra del Castillo de Mármol, Takeshi capta los signos de la rebelión que agita la sede del reino. Incluso, a través de una minúscula claraboya, le es dado observar las incidencias sobre y en torno al patíbulo. Su vista privilegiada, entrenada en un resguardado monasterio de la isla de Hokkaido, llega a distinguir la trampilla fatal abriéndose bajo los piececillos del 36 de Pamela; su oído no menos prodigioso capata durante un microsegundo el grito postrero de la muchacha. Y decimos “durante un microsegundo”, pues en el mismo instante fatídico la puerta del calabozo se abre para dejar paso a una turba supersticiosa ansiosa de desembarazar al país de un extranjero tan inusual que no es descabellado suponerlo portador de un mal de ojo insidioso y rasgado. Ha sonado la hora del grito, el salto, la patada, el golpe con el canto de la mano, la postura del dragón ilegible para adversarios incautos e incultos a fuerza de habitar un universo paralelo.

En la alcoba del Andrógino, las ratas se han abalanzado sobre él/ella, cubriendo por entero su cuerpo, mordiéndolo y segregando en cada mordedura un fluido verde y viscoso.

Magullado y cubierto de sangre, pero victorioso, Takeshi cojea hacia el patíbulo en mitad del patio, tras sortear en el interior escenas de violencia y pillaje sin cuento. Los guardianes han sido aniquilados, del cadáver de Pamela no hay ni rastro.

(Continuará)

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