sábado, 28 de noviembre de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XLVII)


Boris Valli, como abstraído de sí mismo, reserva un pasaje para la isla de Raratonga, sobre la cual se difunden tan extraños rumores y noticias. Se dice que la creación ha vuelto a comenzar allí, que ningún visitante desea por nada del mundo volver al lugar de donde vino.

Franz, por su parte, ha permanecido en el Santuario, y arma en mano obliga a un Miliciano Arácnido a conducirlo hasta Monseñor. Este no se encuentra en su aposento, de modo que Franz mata al miliciano, se sienta en un sillón Luis XV y espera.

Monseñor se encuentra en la comisaría, donde trata de convencer al falso, y ahora único, Tanner de retomar su misión maligna. Tanner se niega, obnubila mágicamente la visión de de Soto y lo envía bajo sugestión hacia el Sáhara, a fin de ganar tiempo y pensar en cómo conservar a Berta, que sigue tecleando feliz e ignorante sus informes pornográficos.

Pedro Arteaga, tras enterrar a Moshé, llevar flores a su Ingeniera muerta, y besar sin ser visto los labios de Bárbara, única parte del cuerpo que sobresale de su vendaje, se dispone en su salón a efectuar la inversión melódica de la partitura manuscrita en su poder, que lo pondrá frente a frente con toda una leyenda del mal y el arte: el príncipe Bufalino de Mantua. Apenas extinguidas las vibraciones, comprendemos que el rostro que se condensa de las tinieblas, tras cinco siglos de viajes temporales, se corresponde con el de Bertrand Valli.

(Continuará)

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