martes, 6 de julio de 2010

The alphabet 1968


Todo aprendizaje memorístico tiene algo de conjuro, de ritual. Desde la tabla de multiplicar se ha llegado a la manipulación genética o a la astronáutica, pero desde el abecedario se llega mucho más lejos y a la vez no se llega a ningún sitio. Una niña sueña con las letras que le enseñan en el colegio, pero su sueño es una pesadilla tan angustiosa como difícil de explicar que termina haciéndole vomitar sangre. La infancia como territorio de aprendizaje y de enfermedad, el encierro temprano en la prisión del lenguaje de la que nunca podremos escapar, la angustia precoz por un cuerpo frágil, mal fabricado, que nos fallará cuando menos lo esperemos. Se echan de menos aquellos cortometrajes artesanales, experimentales, de técnica mixta, que disparaban sugerencias en lugar de limitar significados.

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