lunes, 28 de octubre de 2013

Renoir cierra cuatro caminos



Primero, el camino de la memoria, desde aquel Cinestudio Regio que conocí en sus postrimerías hasta rarezas como “Adrenaline le films”, hitos como mis primeros “Siete samuráis” o mi única y no muy afortunada cita en un cine con una francesa.

Segundo, el camino del cine europeo, de autor y español, señalado como vía muerta por los comentaristas interneteros que parecen alegrarse en sus comentarios a cada cierre de sala difusora de ponzoña subvencionada.
Tercero, el camino de la entrañable sala de barrio alejada del centro y sus aglomeraciones, hasta ahora última de un distrito donde el cine ha pasado directamente a la historia.
Cuarto, el camino de los 35 mm, modo de proyección que con sus parpadeos e imperfecciones daba un aura orgánica a las películas y del que los Renoir Cuatro Caminos eran como la aldea de Astérix.